
Temporada 11 (undécima semana) de este serial que espero algún día dé paso a la vida real. Por ahora la vida es más virtual, digital y/o televisada que otra cosa. Llega a tal extremo la cosa que incluso las ‘news‘, que dirían muchos de los modernos que las protagonizan, se me/nos convierten en punto climático de la jornada monótona. Resulta que ahora la realidad lindante con la ficción sucede en los noticiarios que dan cuenta de las actividades de los que mandan, los cuales se las ingenian para que sus discursos propagandísticos vengan a coincidir en horario con aquellos y así entrar por sorpresa y sin previo aviso en la morada de los ciudadanos a quienes deben servir.
Cuando tales coincidencias es difícil hacerlas pasar por casuales, nuestros «patres conscripti» (miembros del gobierno, congresistas y senadores) se las ingenian para montar el bollo a cual más grande, enorme, grosero zafio, provocador, insultante, tremendo… con que dar carnaza a los diarios de noticias televisivadas, radiadas o de prensa y así entretener, a la par de embrutecer, al personal, o sea, a nosotros, el pueblo soberano que los colocó en esa posición preeminente para que resolviesen los problemas del país y no para divertirnos con sus gracietas, zascas, golpes de ingenio, cortes al adversario, etc. que luego, incansables, la legión de ‘soldaditos’ a su servicio divulgarán por las redes sociales a fin de aumentar o al menos conservar el ejército de seguidores del ideario no vaya a ser que pronto haya que volver a pasar por las urnas.
De tremendo, vergonzoso, bochornoso, obsceno, impúdico, deshonesto, indecente, indigno, grosero, insolente… y no sé cuantos adjetivos peyorativos más, cabría calificar ciertas actuaciones de aquellos que debieran servirnos de ejemplo de comportamiento medido, educado, límpido, honesto, virtuoso, digno, equilibrado, serio, concienzudo, cristalino… y tampoco sé cuántos adjetivos meliorativos más.
Si los dirigentes se comportan así, ¿qué cabe esperar de aquellos a quienes tienen abducidos? Quizás sea que en el maquiavelismo más entregado del que son capaces quienes así actúan -o sea, prácticamente por acción u omisión, todos ellos- piensen que son protagonistas de una nueva entrega de «Juego de tronos«, de «Borgen«, de «House of cards» o de cualquier otra creación de entretenimiento. Alguno de nuestros dirigentes actuales antes de tocar los cielos habló con complacencia de éstas con las que comparó, con la suficiencia que le caracteriza, el ejercicio de la Política. No engañó a nadie, como se ve.

El Senado Romano se componía de ‘patres‘ (los patricios) y de ‘conscripti‘ (los plebeyos), de ahí la expresión acuñada de «Patres Conscripti» que englobaba en ella a toda la Curia romana, o sea a todos los Senadores. Si contemplamos la historia del Imperio que nos dio nuestras lenguas y toda nuestra cultura podemos ver cómo hubo ‘conscripti’ que lograron hacerse con un sitial senatorial para desde él poco a poco ir arañando privilegios propios de los patricios, pero eso sí sin perder el discurso que los catapultó hasta los Cielos. Han pasado los siglos, pero no han variado los comportamientos.
Nuestro Congreso de los Diputados no se caracteriza por dar ejemplo en los últimos años, pero lo que está ocurriendo estos últimos días es vergonzoso. Creía que no se podía caer más bajo cuando oí antes de la pandemia a algunos «extremistas» de un lado y de otro, pero me equivoqué. Estos días son la pera.
Pero lo que más me cabrea es que los ciudadanos de a pie, o sea los «conscripti» se dejen llevar por la crispación de nuestros «patres» y como borregos les hagan el juego que solo a ellos beneficia en forma de votos que les darán un buen suelzado y prebendas (cuando hay que pactar los salarios de sus señorías se ponen todos de acuerdo, ahí no hay rencores ni posiciones encontradas, menudos sinvergüenzas).
Un besote.
¡Verdades como puños dices, Paloma! No obstante conviene no cabrearse mucho aunque sí estar muy atentos. Hay manipuladores por doquier.
Besazos
Solo me limitaré a decir que nuestros políticos no entienden de treguas. Ni siquiera una catástrofe natural aplaca su furia contra el oponente. Si un virus letal ataca a la poblacion, se culpan de las muertes. Si se tratara de un terremoto, muy porbablemente también se inculparían los unos a los otros de haber provocado el seísmo, por dejadez o por lo que sea.
Me preocupa sobremanera esta escalada de violencia verbal y de acusaciones basadas muchas veces en el odio visceral, y solo pensando en los votos que ello les reportará. Pueblo ignorante es aquel que viendo la prepotencia, el comportamiento desleal, falto de ética y la lengua viperina de sus representantes, les siguen a muerte. Eso es la muerte del parlamentarismo democrático, y no lo ha provocado el coronavirus. Eso ya venía de lejos.
Un abrazo.