Estoy viendo muchas pelis y muchas series durante el encierro. También estoy muy pendientes de cuantas informaciones sobre el ‘bicho’ vierten constantemente las RRSS; precisamente en una de ellas he visto el anuncio del estreno en plataformas digitales de una distopia titulada «Vivarium»».
Si por algo me ha llamado la atención esta película, que viene con muy buenas críticas, es porque en ella se parodia el estilo de vida de la sociedad en que vivimos habitualmente.
Un ‘vivero’ (en latín ‘vivarium’) es un espacio acotado (caja, acuario, huerto, reserva…) donde en condiciones que se suponen ideales se produce la vida de unos seres vivos. En este vivero fílmico una pareja es ubicada en una casa ideal dentro de una urbanización ideal donde todas las casas son idénticas; allí se les provee de todo aquello que se considera preciso para llevar una vida satisfactoria, incluido naturalmente un bebé al que deberán criar. Pero esta vida ideal resulta que no lo es tanto porque… [será preciso ver el film completo para saberlo].
Durante el confinamiento nos estamos reduciendo a lo esencial, estamos prescindiendo obligadamente, es cierto, de un montón de elementos superfluos que en nuestra anterior existencia ideal nos decían y nos decíamos que nos eran imprescindibles: coche o coches, segunda vivienda en la playa o en la montaña, viajes por el mundo porque es fundamental conocer (sí, toda esa vaina de que quien no viaja sólo ha leído la primera página de un libro), vestuario abundante y cambiante de temporada en temporada, animales domésticos porque dan menos trabajo que los hijos propios y que cuando vuelves a casa siempre te reciben contentos y jamás jamás cuestionan nada de lo que haces…
Aparte de los beneficiosos efectos sobre nuestro sistema sanitario, a nivel particular esta cuarentena está teniendo sobre los recluidos otros efectos insospechados. No es menor el de que nos estamos mirando más a los ojos unos a otros y nos estamos reconociendo como si fuera la primera vez que nos viéramos. Nos estamos dando cuenta de que la vida anterior, -pletórica y llena de oportunidades, rezaban los eslóganes-, era un poco bluff. Y aunque ahora las comunicaciones cibernéticas hacen que estar aislados no sea tan terrible como antes, aún así de vez en vez al cruzarnos por el pasillo en nuestra caminata diaria nos vamos enamorando más de quienes nos rodean que en definitiva llevaban allí mucho tiempo, pero en los que no habíamos reparado ni observado tan detenidamente con los ojos del alma.
La película que mencionas, la he conocido hace dos días gracias al blog de Miguel Pina, Cine y críticas marcianas y me ha resultado muy interesante. Le comenté que, salvando las distancias ideológicas y cronológicas, me recordaba a una película de 1958, ¡pero en color!, titulada Mi tio (Mon oncle), de Jacques Tati, en la que se caricaturizaba el estilo de vida «moderna», consumista y adocenada de aquella época. Miguel, como es muy joven, dijo no conocerla. No sé si tú, que ya peinas canas, la conocerás, je,je.
A mí, el confinamento no me está afectando mucho, pues hago lo mismo que hacía antes (salvo salir a la calle a por algún recado, algún que otro encuentro con ex compañeros de trabajo y, por supuesto, las escapadas de fin de semana). Los huecos que han dejado esas actividades al aire libre los ocupo viendo más series que nunca.
Con mi mujer, la relación es la misma de siempre, pues la pobre tiene que salir a trabajar a la farmacia todos los días. Para ella no existe el confinamiento, excepto los fines de semana.
Siempre he oído decir que la época con una mayor frecuencia de divorcios es tras las vacaciones de verano, debido al mayor tiempo de convivencia de la pareja, ja,ja,ja. De hecho, un encierro forzado en un espacio reducido provoca agresividad. Yo lo comprobé en las ratas y ratones de laboratorio, prácticamnete hacinados en jaulas de medio metro cuadrado. El estrés producido en los ratones les llegaba a provocar canibalismo. Así que al tanto, ja,ja,ja.
Un abrazo y salud, fisica y mental, ante todo.
¡Qué barbaros, los ratones!
Sí, yo también conocí la peli por Miguel Pina. Y, Josep Mª, claro que conozco la peli «Mon oncle» de Jacques Tati. Es «Vivarium» la que tengo que ver del todo aún
Un abrazo
Ey! No sabia nada de este blog.Algo bueno trajo la cuarentena a teleobjetivo muy atentamente y tomó nota de la película. Abrazosbuhos